sábado, 18 de junio de 2016

Vacío sin soledad.

 La amo, el primer día que nos vimos supe que era amor. Amor a primera risa. Desde aquel 20 de febrero de 1996 cada segundo a su lado era hermoso y perfecto. Ella sabia que era perfecto para ella y que ella era perfecta para mi.
    Estuvimos mucho tiempo juntos, pero nunca tuvimos planes de un futuro juntos y eso poco a poco fue sepultando la relación. Prácticamente vivía conmigo pero nunca le dije que se mude, nunca hablamos de tener hijos, nunca hablamos de viajar y me arrepiento.
    A los primeros días de abril, para ser precisos fue el 2 de abril del 2003, el cual Soledad ponía fin a una relación de siete años ininterrumpidos no podía sacarla de mi cabeza, mi cerebro hacia todo lo posible porque piensa en ella, parecía apropósito. Escuchar su banda favorita en las horas que no tenia nada para hacer mientras lloraba océanos sin fin no era buena estrategia para olvidarla. En cada habitación había un poco de ella, desde una foto hasta su ropa, a donde fuera estaba ella. No podía olvidarme de su risa contagiosa, ni de sus cachetes colorados cuando me miraba, de sus piernas perfectas, ni de sus pies fríos a la hora de dormir, de su nariz puntiaguda, ni su afición por el color verde.
    Al primer mes decidí poner todas sus cosas en una caja y dejarla a un costado para poder seguir adelante con mi vida, pero fue horrible ver a mi casa vacía como mi corazón luego de su partida. Compre muebles y decoré la casa como si fuera otra quedo totalmente nueva pero la brisa con voz se presentaba en cada silencio, todavía la extrañaba.
    Al segundo mes sin noticias de ella me preocupe tanto que me llevo a averiguar de ella y me llegó una noticia que sabia que iba a pasar en algún momento dado a su perfecto dominio de ingles, "Se fue a vivir a Londres" me dijo una amiga de ella, al oír eso comprendí que ya no era parte de su vida.
     A partir del sexto mes empecé a salir con otras personas, casi ninguna le llegaba a los talones, excepto una chica que me llamaba la atención, me llamaba tanto la atención que opté por conocerla mas. Me agradó como persona, me parecía hermosa y empezamos a salir cada vez mas.
    Diez años después nos casamos, tuvimos un hermoso hijo  y mientras nos mudábamos encontré las cajas con todas las cosas de Soledad ya me había olvidado de su risa contagiosa, de sus cachetes colorados cuando me miraba, de sus piernas perfectas, de sus pies fríos a la hora de dormir, de su nariz puntiaguda, y de su afición por el color verde. 
    Luego de que Tomas cumpliera un año me separe, pero no sufrí tanto como con mi primer amor. Simplemente me mentalice que era lo mejor para los dos y al poco tiempo ya pude rehacer mi vida como si nada hubiera pasado.
    Doce años exactos de ese 2 de abril mientras volvía de llevar a mi hijo al jardín pensé que era mejor tomar otro camino porque la rutina de los mismos pasos me había cansado a pesar de que hace escasos cuatro meses había empezado el año, vi un kiosco decidí comprarme un paquete de cigarrillos, a los cinco segundos llega una mujer y me dice - "Hola pasaron muchas años, no?" Mientras recorría sus facciones tuve miles de escalofríos en un solo segundo. Era Soledad. En ese momento me di cuenta que no olvidamos a las personas si de verdad las amamos, solo las escondemos detrás de un manto de nuevas experiencias hasta que aparecen y te dan vuelta el mundo, exactamente al principio de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario